jueves, 27 de abril de 2023

 

Pintar y bordar en intermitencia

Dr. Julio Chávez Guerrero

Texto para exposición en el Museo del Palacio de Medicina de la UNAM

Marzo - octubre 2023.

 

 

Después de que en el 2004 Claudia García Calderón mostrara la exposición individual Réquiem Blanco como un homenaje a lo corpóreo y su fragilidad, se alejó de los circuitos del arte legitimado, en parte, para reflexionar sobre lo que significa ser una trabajadora del arte en una realidad en la que se han redefinido por completo el concepto de cultura y el uso de lo artístico para casi todos sus agentes.   

            En esas casi dos décadas, pudo reafirmar que la creación le permite seguir afrontando un contexto socioafectivo complejo mediante la generación de objetos que inviten a la contemplación, aunque lo haga sólo de manera intermitente. Este carácter estabilizador que ella atribuye a su actividad creadora, aunado a su convicción de que todavía puede existir una experiencia sensible entre espectador y obra suelen no concordar con la visión artística contemporánea de conceptos, sociabilidades y cruces disciplinares explorados en la mayoría de los entornos educativos, de difusión y comercialización cultural.

Bajo dicho contexto, Pintar y bordar en intermitencia ofrece una serie de piezas que comparten la laboriosidad y el enigma. Los óleos revelan innumerables capas pictóricas que refieren a manchas orgánicas obtenidas por la exploración de valores y matices cercanos. Ciertos cuadros hacen evidentes las arrugas de la tela, mientras que otros están montados a soporte rígido y han sido retomados desde tres hasta catorce veces, según registros de la autora. Pareciera que más que nombrar lo que se ve, todas las pinturas se proponen evocar —a manera de elipsis— lo que ya no está. Por su parte, los bordados describen franjas y formas geométricas mediante textos a renglón seguido, con recursos cromáticos mínimos sobre manta cruda. Lo narrado mezcla, en la mayoría de los casos, voces diversas en torno a temas que preocupan a la autora, entre ellos las violencias, mientras que en una pieza en específico reflexiona en primera persona sobre la realidad laboral y la búsqueda de esperanza, entre otras ideas. La lectura de estos textiles es demandante. La falta de espaciado entre caracteres fragmenta el discurso, construyendo sólo palabras clave en la mente de quien se propone descodificar el mensaje. Tanto pinturas como bordados suspenden al espectador en el tiempo mientras observa en proximidad.

He de decir que he acompañado académicamente a esta creadora por más de veinticinco años. Sigue pintando, bordando y tallando, madurando su propuesta, sin abandonar su afección y respeto por la otredad. Su trabajo es un ejemplo de cómo una obsesión se puede convertir en una virtud.

Habrá que mirar esta muestra sin olvidar que se exhibe en un espacio estigmatizado por la angustia, pero que ahora, a la distancia de los traumas y tormentos vividos entre sus muros, ya es un lugar de paz, de reconciliación, de una mágica sabiduría derivada del triunfo de lo humano por encima de la oscuridad y la barbarie. Si alcanzamos a percibir esto, tal vez también, estaremos captando latidos, respiraciones y anhelos esperanzadores contenidos en esta parsimoniosa, silente y tenaz conmovedora obra.

Julio Chávez Guerrero

Estado de México, 26 de enero, 2023.